Reseña de La tragedia del girasol
Benito Olmo
Un sol de mujer
FICHA TÉCNICA
Título: La tragedia del girasol
Autor: Benito Olmo
Nº de páginas: 400
Editorial: SUMA de letras
Fecha publicación: abril de 2018
SINOPSIS
El inspector Manuel Bianquetti está suspendido de empleo y sueldo. Trabaja como investigador privado tratando de localizar a una joven prostituta cuando recibe una oferta de participación en un operativo de seguridad para proteger a un importante empresario. ¿Trabajos rutinarios? Ni mucho menos.
EL AUTOR
Benito Olmo (Cádiz, 1980) es escritor y guionista. Es autor de las novelas Caraballo (2007) y Mil cosas que no te dije antes de perderte (2011). En 2015 fue finalista del I Premio de novela La Trama / Aragón Negro. En 2016 publicó La maniobra de la tortuga (Suma), que resultó finalista del III Premio Santa Cruz a la mejor novela negra publicada en 2016. El proyecto para realizar la versión cinematográfica de esta novela lleva años tratando de salir adelante y, por fin, parece que este será el año. Su última novela es La tragedia del girasol, con la que ha resultado finalista del Premio Tormo Negro-Masfarné 2019, el I Premio Negra y Mortal y el III Premio Cartagena Negra a la mejor novela publicada en 2018. Ha tenido alguna incursión en el mundo del audiolibro de la mano de Storytel, para los que escribió Desajuste de cuentas, una historia negrocriminal concebida para este tipo de formato.

Las comparaciones no son odiosas
El orden no es lo mío. En realidad sí que lo es, en otros aspectos de la vida, pero en la lectura no soy capaz de imponerme una disciplina para que así sea. De nuevo lo he hecho y he comenzado leyendo la serie de Manuel Bianquetti por la segunda entrega y por el momento la última. «Os sugiero que seáis ordenados», leía en alguna reseña; como si oyese llover.
Al menos he hecho caso de otra recomendación y ya tengo en mi poder La maniobra de la tortuga, primera entrega de la serie, aunque a decir verdad no hubiese hecho falta este consejo después de haber leído La tragedia del girasol. Se trata de una novela con la bella sencillez de los clásicos del género, desprovista de los artificios a los que son tan proclives otros escritores y con una prosa eficaz que me recordaba a algunos autores que para mí son de cabecera.
Con Raymond Chandler comencé a amar los símiles y comparaciones en los que la imaginación y el trabajo dan resultados tan espectaculares que han pasado al disco duro de mi memoria. En Benito Olmo he descubierto un aroma parecido y he vuelto a disfrutar de uno mis recursos literarios favoritos dentro del género negrocriminal.
Pueden ser sutiles:
La mujer mostró una sonrisa que resplandeció sobre su piel oscura como diamantes sobre un manto de terciopelo
…era evidente que su presencia destacaba igual que un rinoceronte en un congreso de ginecología.
Pero como no solo de símiles y comparaciones vive el lector, te cuento más cosas.
El sol y los girasoles
Ya he mencionado en alguna entrada anterior, que sigo el podcast de Entrevistas criminales realizadas por Hutxu. Con ocasión de la inauguración del podcast, Benito Olmo fue el entrevistado y entre muchas otras cosas dijo que el título de la novela se lo debía a César Pérez Gellida. Si te preguntabas a qué se refiere con tan singular título, la reflexión que Bianquetti hace de uno de los personajes de la novela puede que te ayude:
Lo que tenía ante él respondía más bien a un sentimiento enfermizo, que colapsaba la parte más racional de su cerebro y le nublaba el juicio y la capacidad de pensar por sí mismo, convirtiéndolo en un títere en manos de aquella mujer. «Como un girasol -se dijo-, condenado hasta el final de sus días a seguir el movimiento del sol que le da la vida; el mismo sol que al cabo de unas semanas se la quitará, achicharrándolo».
Cuando Bianquetti hace esta reflexión está suspendido de empleo y suelo, y como de algo hay que vivir se dedica a realizar trabajos como investigador privado. Al comienzo de la novela está intentando encontrar a una joven prostituta llamada Regina. Esta es una trama secundaria que discurre en paralelo con la principal, la cual da comienzo cuando el inspector Silva, un excompañero de Bianquetti, se pone en contacto con él. El policía le ofrece un trabajo consistente en formar parte del equipo de protección de Carlos Ferraro, un importante empresario, durante su visita a Cádiz para acudir a un partido de fútbol.
Fácil, ¿verdad? Ni mucho menos. Si te decides a leer la novela, lo cual te recomiendo, descubrirás que los casos de Bianquetti tienen un recorrido mucho más largo que lo que en principio se podría pensar.
Bianquetti no tiene suerte
En realidad algo sí que tiene, porque con los embolados en los que se mete es para que estuviese muerto, pero me refiero a que los casos en los que trabaja siempre acaban por torcerse. Las adversidades no tienen fin y acumula golpes y heridas, físicos y psíquicos, que por suerte puede distribuir en un cuerpo de tamaño generoso. Otro en su lugar se arredraría y terminaría por claudicar debajo de esa sombra de tragedia que lo persigue. Pero Manuel Bianquetti no es uno de ellos. Me recuerda a Harry Bosch (también acostumbrado a las suspensiones), el personaje más conocido de Michael Connelly, en la perseverancia por hacer justicia y en su empatía por las víctimas, aunque no igual por todas.
Bianquetti es una persona hosca, actúa como un lobo solitario, siempre alerta a los más mínimos detalles que le permitan descifrar los enigmas, atento a la ventaja que le posibilitará vivir un día más. Tiene un recubrimiento áspero y duro que llegado el caso y según las circunstancias desaparece, sobre todo cuando alguien que le importa está de por medio. Esto le ocurre con las mujeres de su vida, aunque sus relaciones con ellas tampoco son fáciles.
Bianquetti es ese tipo que tal vez no te caiga bien, lo que no es mi caso, pero que siempre quieres tener de tu lado.
Vuelve el clásico
Durante la lectura de La tragedia del girasol han sido varios los aspectos que me han hecho pensar que me encontraba ante un clásico del género, para empezar, su protagonista. Bianquetti es uno de esos personajes al más puro estilo hardboiled, hombre de acción al que no le importa arremangarse para comenzar a repartir mamporros o verse inmerso en una persecución detrás del volante de su desvencijado Opel Kadett. Va dejando enemigos por donde pasa, así que es normal que dude de las motivaciones de sus adversarios cuando se ve envuelto en una trifulca que parece caída del cielo.
En El simple arte de matar, Chandler escribió: «Hammet extrajo el crimen del jarrón veneciano y lo depositó en el callejón»; haciendo referencia al cambio experimentado en el relato policial a finales de los años veinte y principios de los treinta del siglo pasado. El realismo se había adueñado de parte del género y había abandonado los crímenes en las mansiones por aquellos cometidos en cualquier rincón de una ciudad. Esto lo vemos de alguna manera en esta novela de Benito Olmo, en la que nos olvidamos del Cádiz de playa y chiringuito, de carnavales y jolgorio y lo sustituye por otro Cádiz mucho más oscuro, uno en el que el sol ha dado paso a una lluvia perenne. El autor nos hace movernos por parajes desolados en los que sus habitantes conviven con la prostitución y la droga, espacios de marginalidad que pasan desapercibidos para el turista.
Otro de esos aspectos que me han hecho pensar en los clásicos, es que Benito Olmo ha tenido a bien resucitar uno de esos personajes arquetípicos que en los últimos tiempos había caído en el olvido, y no es otro que el de la femme fatal. En La tragedia del girasol podemos disfrutar de una versión actualizada de esta mujer fatal que tan en boga estuvo en las primeras décadas del género. Esta nueva versión no se limita a la belleza manipuladora de antaño, la que encontramos en esta novela va mucho más allá, reclamando un papel mucho más acorde con la mujer actual. Es una femme fatale que tiene el mismo efecto en los hombres que el sol en los girasoles.
Nos vemos
Como he dicho antes, tengo pendiente la lectura de La maniobra de la tortuga, así que antes que después, volverás a ver por aquí a Benito Olmo y a saber de las antiguas aventuras de Manuel Bianquetti, es lo que tiene no leer por orden. En este sentido tengo que decirte que no he echado de menos haber leído la primer entrega, aunque seguro que hubiese enriquecido esta experiencia conocer ciertos antecedentes y observar el crecimiento del personaje, aunque Bianquetti ya sea muy alto. Me gustaría decir que no cometeré el mismo error, pero sería como decir que Bianquetti no se meterá en líos. De hecho, lo he vuelto a hacer y sabrás de ello dentro de poco.
He disfrutado con la lectura de La tragedia del girasol, sobre todo por ese toque clásico del que he hablado, pero también por ese final sorprendente en el que se cierran todas las tramas de forma honesta y sin más artificios que los propios de la naturaleza humana.
Benito Olmo ha sido un grato descubrimiento y espero que sean muchas las veces que pase por este blog. Sí aún no has leído nada suyo te recomiendo que lo hagas, en orden o no, tú decides. Una vez más te invito a que dejes tus comentarios, como siempre te digo, no te cortes y dispara.
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