Reseña de El salto de la araña
Graziella Moreno
¿Merecemos una segunda oportunidad?
FICHA TÉCNICA
Título: El salto de la araña
Autora: Graziella Moreno
Nº de páginas: 240
Editorial: Alrevés editorial
Fecha publicación: septiembre de 2020
SINOPSIS
Un homicidio trunca la relación entre Javier y Alba, una relación tóxica que debería haber acabado mucho antes. A la espera del juicio, Javier escribe sus reflexiones sobre todo lo ocurrido hasta llegar al momento del desenlace fatal.
LA AUTORA
Graziella Moreno Graupera (Barcelona, 1965), escritora y jueza. Ha publicado las novelas Juegos de maldad (2015, Grijalbo), nominada a mejor novela por el primer festival de Cubelles Noir y con mención especial del jurado, El bosque de los inocentes (2016, Grijalbo), Flor seca (2017, Alrevés), Invisibles (2019, Alrevés), premiada el 9 de marzo del 2020 por la Fundación QSD Global, y Querida Elsa (2018) en formato digital en la plataforma Black and Noir. Ha participado en antologías de relatos en catalán (Barcelona viatge a la perifèria negrocriminal, 2017 Alrevés) y en castellano (Cartagena Negra, 2017, Los Bárbaros Noir, 2018, y Barcelona-Buenos Aires, 11.000 kilómetros, 2019, Trampa Ediciones), y otros publicados en revistas digitales (Solo Novela Negra, Fiat Lux). Colabora como articulista en la revista cultural The Citizen así como en otras publicaciones, y fue miembro del jurado en el concurso de relatos de terror del programa Negra y Criminal de la cadena SER.
El salto de la araña ha obtenido el Premio de Letras del Mediterráneo de la Diputación de Castellón en su edición del 2020 a la mejor novela negra.

JOSÉ JAVIER NAVARRETE
¿Por qué?
Esta es la pregunta más importante que se plantea en una novela negra. Otras, como ¿quién? o ¿cómo?, pierden relevancia.
El salto de la araña, la última novela de Graziella Moreno, se dedica en su integridad a responderla, pregunta hecha en relación con un crimen y, aún así, tengo mis dudas de como clasificarla. Tiene ciertos aspectos que son de novela negra, pero es algo más. Como dijo Guillermo Galván en el primer Cuestionario Criminal:
Gato negro o gato blanco, lo importante es que cace ratones, dicen los chinos. Novela negra o novela blanca, lo importante es que sea una buena novela.
Sin duda, esta última parte la cumple El salto de la araña.
Aunque en mis Cuestionarios Criminales pregunto a los autores si se consideran puristas o están dispuestos a indagar en nuevos caminos dentro del género, en realidad tan solo pretendo descubrir cuál es su posicionamiento; pero lo cierto es que lo único importante es el resultado. A pesar de esta confesión, espero tener la oportunidad de hacerle esta pregunta, y muchas otras, a Graziella Moreno.
Un elefante se balanceaba… ♫♪
Leyendo la novela me sentía como el elefante de la canción, o, para ser más exacto, como el elefante que observa a la araña mientras teje, impaciente por ver la labor acabada y poder balancearse. Esa es la estructura de la novela, una aportación ininterrumpida de hilos que acaban formando la trampa en la que termina envuelto Javier Márquez, narrador de la historia y protagonista absoluto de la misma.
Lo más triste es que la materia con la que se forman los hilos está compuesta, en su mayor parte, de amor; el que siente Javier por Alba Gimeno. Javier observa como la mujer que ama, una adolescente cuando la conoce, va tejiendo esa trampa mortal que es una telaraña, pero que se ha convertido en una joya con la luz del Alba. Las gotas de rocío brillan como diamantes iluminadas por los primeros rayos del sol, ¿cuántas veces te has quedado mirando una de estas joyas? Es lo que le ocurre a Javier, que se siente atraído hacia ella sin remedio. Pero es lo que a veces tiene el amor, que desconecta los sentidos del cerebro. Te conviertes en un insecto indefenso. Una presa fácil incapaz de percibir nada, excepto como el hilo va rodeando tu cuerpo, a la espera de que la araña te inyecte su veneno. En el caso de Javier, ese veneno está compuesto de celos, odio, culpa, remordimientos y le ha sido inoculado por un arácnido conocido como relación tóxica. La araña espera a que su interior macere para absórbelo y así convertirlo en una cáscara vacía.
¡Basta de batallitas, Wild Javier!
Una vez que se ha acabado la sintonía de El hombre y la tierra, va siendo hora de que te cuente de qué va la novela, aunque lo cierto es que ya te lo he contado.
La narración viaja por dos planos temporales. El presente, el que transcurre a la espera de un juicio en Castellón por un homicidio que se deja entrever en un primer capítulo narrado desde el punto de vista de un joven guardia civil. El otro, trascurre en el pasado, es una narración, con formato de diario, encargada por Cándido, el abogado de Javier; pero que al final se convierte en un relato para Dani, ese amigo que todos querríamos tener cuando las cosas vienen mal dadas.
Ese escrito autobiográfico es la respuesta al porqué con el que he comenzado la reseña. Son retazos de la vida del protagonista con los que se va tejiendo la telaraña. Algunos hablan del Javier preAlba, de ese niño que tenía un romance con los bienes ajenos:
Javier no es cleptómano, no tiene ninguno de los síntomas clásicos: no presenta tensión o ansiedad, tampoco experimenta placer con robar, o al revés, remordimiento o vergüenza. No creo que sea un niño impulsivo, al contrario, piensa bastante todos sus actos. Yo lo definiría como tranquilo, muy reservado, no le gustan los conflictos ni las discusiones; es capaz incluso de anularse a sí mismo si con eso consigue que los demás estén felices. Eso puede causarle problemas en un futuro, cuando se encuentre con otras personalidades más fuertes que la suya, pero no se preocupe. Madurará con el tiempo, ya verá. La afición a coger cosas es algo diferente; lo hace —se interrumpió, e imaginé su ojo derecho dando vueltas como una mosca cojonera, mientras que el izquierdo estaría más o menos fijo en mi madre—… porque le gusta, porque sí.
La psicóloga que cuenta esto a la madre de Javier no tiene buen ojo, y no me refiero al estrabismo convertido en mosca cojonera, sino a la esperanza de que el tiempo curase esa capacidad de anularse delante de personalidades más fuertes. No ocurrió, o, al menos, no cuando debía:
Alba siempre sería la misma y yo me di cuenta, por fin. A ninguno nos gusta reconocer que nos hemos equivocado. Vivir ese momento en el que lo ves todo con claridad, en el que asumes que nadie puede sacarte del pozo en el que tú mismo te has metido. El momento en que en el espejo solo está tu peor cara.
Por eso Javier escribe ahora sobre su relación con Alba y como la araña teje la trampa en la que se ve atrapado. Nos habla de sus decisiones y sus consecuencias, del arrepentimiento que acarrean algunas de ellas y de la inutilidad de querer dar marcha atrás cuando las consecuencias nos asfixian.
Aprender de los errores y fracasos y mirar al futuro es la mejor manera de superar las malas caídas que suponen el salto al vacío que supone toda decisión; pero Javier no tiene las fuerzas suficientes para encarar así su vida, a pesar de que debería hacerlo por su hijo Kevin, un niño pequeño que sufre las consecuencias de las decisiones de otros.
Preguntas y animales fantásticos
Esta novela, como la mayoría de las que leo, me hace cuestionarme ciertos asuntos. Son preguntas que se han formulado en mi cabeza muchas veces, pero que de nuevo vuelven a ella con motivo de la lectura de El salto de la araña. La primera tiene que ver con Kevin, el niño con el que he terminado la sección anterior. ¿Por qué ser padre no necesita de ningún tipo de cualificación, formación, cumplimiento de requisitos ni nada por el estilo? Por supuesto, no me refiero a los padres adoptivos. Esta pregunta viene a colación de que Javier y Alba fueron padres sin estar preparados, demasiado jóvenes. Al menos, a Javier le venía grande y hubiese deseado salir corriendo cuando se enteró de que Alba estaba embarazada. No son unos padres ejemplares, mucho menos cuando la relación se vuelve tóxica y el niño se encuentra en medio de las disputas, pagando los platos rotos de unos y otros. Con la perspectiva que da el tiempo, Javier es consciente de que ha sido un mal padre, de que tal vez no es el padre que Kevin necesita, de que quizás no merezca una segunda oportunidad. Pero a esas alturas puede que el daño infligido al niño sea irreversible.
Otra cuestión que me he planteado tiene que ver con el castigo del criminal.
El abogado me dijo una vez que el Código Penal es puro castigo y nada más. Has cometido una falta contra la sociedad y la consecuencia es que debes pagar por ello. Las normas son las normas; si no las cumples, te encierran para que seas consciente de lo que has hecho. Y si eres listo, aprenderás que no puedes volver a hacerlo, o ya sabes lo que te espera.
Creo que el castigo debe de ser parte de la ecuación, pero no creo que sea la más importante. Como una buena novela negra, el sistema debería invertir más tiempo y recursos en tratar de determinar el porqué del crimen, tal como hace El salto de la araña, y en intentar eliminar los factores que condujeron a él. Siempre existirá la duda de si un criminal merece una segunda oportunidad, es uno de los temas que planea en la novela acompañado de la culpa y el arrepentimiento, si de verdad es posible la reinserción. En algunos casos lo será, en otros no; desde luego no me gustaría verme en la piel de quien tiene que decidirlo. En cualquier caso, sí que estoy convencido de que un mayor esfuerzo en destapar los porqués y en la toma de medidas para eliminar sus orígenes contribuirían a mejorar nuestra sociedad.
Hay muchas otras cuestiones; pero es el momento de hablar de los animales fantásticos. El salto de la araña es también una novela sobre la amistad. En una entrevista a Graziella Moreno leí que Dani, el amigo de Javier, es la luz de la novela. Es cierto que, dentro de la oscuridad del relato de Javier, Dani aporta la luz que tan solo un amigo con su apoyo inquebrantable puede ofrecer. Siempre está cuando Javier lo necesita, para escucharlo, para aconsejarlo, para acompañarlo. A veces puede parecer un Pepito Grillo, pero siempre representa el optimismo en el océano de pesimismo en el que se ahoga Javier. Dani simboliza la auténtica amistad, esa palabra que tantas veces pierde su verdadero significado en la boca de demasiadas personas; una rara avis en la vida de muchos. Un animal fantástico.
Aquí hace falta un exterminador
En realidad, no; porque Javier trabaja en Desinfecciones Hermanos Márquez, la empresa familiar que regentan su padre y su tío.
Cuando la veía en el sofá con las piernas encogidas, hecha un ovillo, me recordaba a las arañas que se quedan en un extremo de su tela, esperando a sus víctimas, atentas a cualquier movimiento. Como una viuda negra, pensaba yo, alimentándose del macho hasta que dejaba de serle útil.
Resulta paradójico que la víctima de la araña sea un exterminador, o puede que no, los designios de ese destino llamado escritor no son tan inescrutables.
La que si queda exterminada es esta reseña, aunque no sin antes decirte que Graziella Moreno ganó el Premio Letras del Mediterráneo 2020, en su categoría de novela negra, que otorga la Diputación de Castellón. Este premio tiene la particularidad de que primero se le concede a un autor por su trayectoria y después se escribe la novela, con la condición de que la trama transcurra total o parcialmente en Castellón y su provincia. Así es como El salto de la araña vio la luz.
El salto de la araña me ha parecido una novela intimista que escapa de la tendencia mayoritaria del género. Una manera diferente, pero certera, de enfocar un crimen. Se aleja de un estilo procedimental para ofrecer una visión psicológica de los hechos, donde las emociones que despiertan en el protagonista tienen más importancia que lo que ocurre, lo que se traduce en una forma refrescante de abordar el relato criminal.
Creo que con el último párrafo te he dado motivos suficientes para despertar tu interés. Si, aun así, tienes dudas, no dudes en utilizar los comentarios. No te cortes y dispara.
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