Reseña de 1280 almas

Jim Thompson

Un sheriff de cuidado

21/04/2022
Reseña de 1280 almas - portada
FICHA TÉCNICA

 

Título: 1280 almas

Autor: Jim Thompson

Nº de páginas: 208

Editorial: RBA Libros

Fecha publicación: octubre de 2017

Traducción: Antonio Prometeo Moya

SINOPSIS

Nick Corey es el sheriff de Potts County. Se acerca la fecha de la reelección y Nick, en apariencia vago y lerdo, enarbola su falta de escrúpulos y moral para intentar conseguir el triunfo. Una crítica feroz a esa América profunda tan podrida como el protagonista.

EL AUTOR

Jim Thompson (Anadarko, 1906 – Los Ángeles, 1977). Es uno de los mayores exponentes de la novela policiaca norteamericana del siglo XX. Siendo aún muy joven, cuando su familia perdió toda su fortuna, Thompson se empleó en múltiples trabajos. Fue entonces cuando comenzó a escribir también sus primeras historias de ficción. Infatigable, escribió relatos, veintinueve novelas y también guiones para las películas Atraco perfecto y Senderos de gloria, de Stanley Kubrick. Su obra ha sido llevada al cine en varias ocasiones por directores de la talla de Stephen Frears, Bertrand Tavernier, Michael Winterbottom y Sam Peckinpah. Entre sus obras, además de Un cuchillo en la mirada, son memorables 1280 almasUna mujer endemoniadaLa huidaHijo de la iraLos timadores y El asesino dentro de mí. Casi olvidado por sus contemporáneos, antes de morir pidió a su esposa que conservara sus manuscritos porque iba a ser famoso al cabo de diez años. Hoy es considerado un autor a la altura de Raymond Chandler y Dashiell Hammett.

José Javier Navarrete - blog de novela negra
JOSÉ JAVIER NAVARRETE

Vuelta a los clásicos

Son pocas las reseñas que tengo en el blog de novela negra clásica. Me he propuesto que esto cambie y a partir de ahora aparecerán con mayor asiduidad.

Arranco con 1280 almas de Jim Thompson. Fue publicada en 1964 y son muchos los que piensan que se trata de la mejor novela del autor. Aunque hay muchos otros que opinan que la merecedora de tal galardón es El asesino dentro de mí. Yo estoy con los primeros, pero para los que estén en desacuerdo conmigo (también para los que estén de acuerdo conmigo, no seas celosón) traeré la reseña de esta otra novela en breve. Aunque con lo de en breve ocurra lo mismo que con lo de la mejor novela de Jim Thompson, seguro que no nos ponemos de acuerdo.

Sea una u otra la mejor, ambas tienen en común que su protagonista es un sheriff. Y menudo sheriff. He leído en múltiples ocasiones, en referencia a la biografía de Jim Thompson, que los sheriffs protagonistas de ambas novelas podrían estar basados, en parte, en el padre del autor, que ejerció como tal cuando Thompson era un niño. Me estremezco al pensar en haber tenido un padre que se pareciese a cualquiera de los protagonistas de las novelas citadas.

Hay sheriff; pero no novela policíaca

No esperes en esta novela una trama procedimental porque no la hay. Aunque Nick Corey, el protagonista de esta novela, desempeña el cargo de sheriff, es la placa lo único que lo asemeja a un representante de la ley de los que estamos acostumbrados. Aunque en muchos sentidos no es tan diferente a cualquier sheriff de finales de los años veinte del siglo pasado ejerciendo en cualquier estado sureño:

       —Voy a hacerte solo una pregunta —me interrumpió Robert Lee—: ¿Vas a aplicar la ley o no?
      —Claro que sí —dije—. No pienso hacer otra cosa.
      —Estupendo, me tranquiliza oírtelo decir.
      —Sí, señor —dije—. Voy a ponerme a castigar sin contemplaciones. Todo el que a partir de ahora infrinja la ley se las tendrá que ver conmigo; siempre, claro está, que sea un negro o un blanco desgraciado que no tenga donde caerse muerto.
      —¡Nick, esa afirmación es un poco cínica!
      —¿Cínica? Vamos, vamos, Robert Lee. ¿Por qué tendría yo que ser un cínico?

Nick Corey no es más que la representación de una sociedad racista y clasista:

       —Quizá te parezcan tonterías —dije—, pero yo no tengo la menor culpa por ello. Según la ley, yo debería estar al acecho de los grandes y los poderosos, de los tipos que realmente gobiernan este lugar, pero no se me permite tocarlos, así que me veo forzado a equilibrar la balanza siendo dos veces implacable con la basura blanca, los negros y los individuos como tú, que tienen el cerebro perdido por el culo porque no tienen otro sitio donde utilizarlo. Sí, señora, soy un trabajador de la viña del Señor, y si no puedo llegar muy alto, me veo obligado a trabajar con mayor ahínco con las cepas que están abajo.

Una sociedad también sexista, misógina por momentos. Una sociedad que no duda en tomarse la justicia por su mano:

       A veces creo que quizá esa sea la causa de que no progresemos tanto como en otras partes de la nación. La gente pierde tantas horas de trabajo linchando a los demás y gasta tanto dinero en sogas, gasolina, alcohol y otras cosas superfluas que queda muy poco para fines prácticos.

Claro está, con los negros y la basura blanca. Tan solo hay que leer lo que da pie al título de la novela:

       —¿No? —dijo Ken—. Parece que pierdo la memoria. Como sea, ¿qué población tiene Potts County?
       —Pues mira —respondí—, hay una señal en la carretera, a las afueras del pueblo, que dice «1280 almas», así que supongo que será eso: mil doscientas ochenta almas.

       —Sí —dijo Buck volviéndose hacia mí—. Mira, Nick: la cantidad de mil doscientos ochenta comprende también a los negros, porque los leguleyos yanquis nos obligan a contarlos, pero los negros no tienen alma.

       —Pero ¿por qué no la tienen? —insistí.

       —Sí, claro. Mira, Nick: los negros no tienen alma porque no son personas.

       —Si no son personas, entonces ¿qué son?
       —Negros, solo negros. Por eso la gente les llama negros y no personas.

Así que no esperes una novela policíaca. Prepárate a viajar por las cloacas del alma humana de la mano de Nick Corey.

Un hijo de puta cercano

Eso es Nick Corey. Ese es el mérito de Jim Thompson. Me parece de lo más admirable que un autor tenga la habilidad para que el lector empatice por momentos con un ser tan despreciable. Que se preocupe por cómo saldrá la próxima fechoría que guarda en el tintero.

Jim Thompson urde la trampa utilizando un narrador en primera persona poco fiable. El lector nunca está seguro de lo que pretende Nick Corey, aunque sus intenciones sean siempre las de salir beneficiado. Es un Maquiavelo que ha creado consigo mismo un personaje acorde a estas intenciones.

Todos le tienen por un vago glotón. De limitada inteligencia, pero como él dice:

¿quién quiere un sheriff listo?

Y ser sheriff define a Nick:

Lo único que había hecho en mi vida era trabajar de sheriff. Era todo lo que podía hacer, que no es sino otra forma de decir que todo cuanto podía hacer se reducía a cero. Si dejaba de ser sheriff, no tendría ni sería nada.

Aunque no lo desempeñe tan bien como fuese de esperar:

Últimamente había empezado a sospechar que la gente no estaba del todo satisfecha conmigo, que esperaba que hiciera algo más que sonreír, bromear y mirar a otra parte. Y, la verdad, no sabía qué hacer al respecto.

Así que la reelección supone para Nick un dolor de cabeza. Ve peligrar el cargo y está dispuesto a todo. No tiene escrúpulos y su moral se adapta a sus necesidades. De hecho, la novela termina con una especie de epifanía religiosa que, aunque descoloca al lector, no parece más que otra autojustificación de un brillante manipulador.

Déjate llevar por los rápidos

Nick Corey es un personaje memorable. Es difícil conseguir que un protagonista con todas las cualidades negativas que él tiene sostenga de forma tan magistral una narración por la que te ves arrastrado.

Acompañar a este sheriff artero es como agarrarse a un tronco podrido en un tramo de rápidos. Las posibilidades de salir ileso son pocas. Un rápido te lleva a otro. Inevitablemente. La única opción para salir de allí es llegar al final. Y esto Jim Thompson lo consigue de forma excepcional. Sobre todo, porque cuando te crees a salvo en el final te das cuenta de que has vuelto al principio.

Pero todo tramo de rápidos tiene el peligro de chocar contra las rocas. Estas rocas aparecen como una serie de personajes, algunos de ellos inolvidables. En su mayoría mujeres. Mujeres tan fuertes y peligrosas para Nick como las rocas. Nick no dudará en usar alguna para esquivar a otra. Todo un elenco de lujo que obligará a Nick a dar lo mejor de sí mismo, en realidad, lo peor.

En estas aguas habita una fauna que ayuda a retratar esa sociedad en la que los depredadores siempre se comen a los mismos. Porque, aunque solo se habla de que los negros no tienen alma, son muchos otros los que carecen de ella. Me pregunto en cuántas quedarían esas 1280.

Aguas tranquilas

Ya es hora de soltarme del tronco podrido. Este viaje acuático al que te he sometido me recuerda a los tiempos en los que practicaba descenso de barrancos. Me refiero a aquellos en los que la corriente del agua era un auténtico desafío. También un verdadero chute de adrenalina. No sé si Nick Corey sintió esa sensación. Por la parsimonia con la que narra la serie de sucesos, diría que no.

He disfrutado mucho de la novela por la forma en la que Jim Thompson aborda la historia. Aunque ya había realizado un experimento similar con El asesino dentro de mí, me parece que el tratamiento que le da al narrador en 1280 almas está mucho más conseguido. En mi caso me lleva a empatizar más con el protagonista de esta última, aunque en ambos casos se trata de carne de psiquiátrico, seres deleznables pegados a una placa.

Y este es otro motivo por el que he disfrutado de la lectura. Que lo más podrido en la novela sea el representante de la ley es una forma de variar la dieta de narrativa negra. Una más de las críticas de la novela. Porque si algo tiene 1280 almas es una crítica descarnada de esa sociedad que, aunque lejana en el tiempo, aún sobrevive entre nosotros.

Antes de despedirme, tan solo indicarte que existe una adaptación cinematográfica de esta novela. Se trata de Coup de Torchon, de Bertrand Tavernier. Como curiosidad te diré que no la he visto antes de leer la novela, lo que supone un logro para mí. No te diré lo mismo de El asesino dentro de mí; pero esa es otra historia que te contaré más adelante. Por lo pronto las únicas historias que quiero leer son las que aparezcan en la sección de comentarios. Ya sabes, no te cortes y dispara.

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2 Comentarios

  1. Emilio

    Hola, José (Jose?)

    Simplemente quería agradecerte el blog y la reseña en particular. Desde luego que el individuo que describes parece un personaje de lo más interesante.
    Si acabo lleyendo «1280 almas» intentaré aportar algo con más chicha en los comentarios.

    Un fuerte abrazo, y gracias de nuevo por tu tiempo y esfuerzo.

    Responder
    • José Javier Navarrete

      Muchas gracias a ti. Un abrazo.

      Responder

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